–Afuera–
Es verano
cede el verde de la araucaria,
que sola espera los vientos que fecundan
No tiene lugar en que mirarse
las palmas llevan su edad en cada anillo
bitácora que le es negada
mientras su piel se aja en desorden
Hay algo de irrealidad en ese caos
algo que recuerda mitos y ceremonias viejas
La plaza está en calma
asusta el destino de la araucaria pero
la imito:
hundo como ella mis pies en el asfalto.
–Adentro–
El espejo no resiste la unidad
se niega a existir si no es fragmento
ante mi imagen
desarticulada
descompuesta
deforme
ella regresa
Su grito postergado es la inflexión
–el lenguaje colándose
por los entrevelos de mi largo insomnio–
Ella vuelve
sus ojos son ríos indefinidos
que no adivinan el gesto de su origen
en ella
en mi
pero son fragmentos
los míos
los suyos
No hay mirada que nos abarque
sólo en un espejo mutilado
se reflejan intactas nuestras marcas.
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