A la izquierda
la mañana se anuncia con el incendio
no, no es la mañana
es la retina consumiéndose
gota de aceite estallando en el teflón caliente
terminó en golpe seco
la caída amable que nos acogía
Tratar de incorporarse es sacrilegio
primero las extremidades
un leve cosquilleo, una legión de insectos que se enfila,
los brazos crecen como raíces de mangle
y la columna
–inaccesible mural de cicatrices–
se arquea
y en su crispar se rinde
ante la hoguera que la mañana enciende
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