lunes, 8 de octubre de 2012
sábado, 18 de agosto de 2012
MUCHACHA QUE MIRA EL CREPÚSCULO
La noche golpea las nubes,
en su afán de conquista las enluta,
pero a las seis cuarenta y cinco el día resiste
y la luz que aguarda en el borde de la tierra
casi convence de la existencia de las cosas
que permanecen.
El día persevera en su brillo,
es terco
aguanta.
No sobrevive la esperanza
aunque aspire el aire y sostenga los párpados
cuando asomen las lágrimas estará oscuro.
PASEO POR LA ALAMEDA
Para consolar sirve el clima
la lluvia que no encaja en los pronósticos
de una mañana rumbo al trabajo.
El frío que cala y traspone una calle
con árboles donde anidan pichones
críos de tristes pájaros amantes
Asoma una muchacha, avanza de alero en alero
con cuidado se guarece
no vaya ser que la moje el recuerdo
de la acera que atiende sus pasos
hoy,
por la mañana.
HOMBRE QUE AMENAZA RUINA
Mira por la ventana
El sol podría morir esta tarde - piensa
Olvidó
que remendaba sus medias
las de sus hermanos, medio hermanos y hermanastros
que escuchaba el canto de los pájaros
mientras recorría los caminos
con destino a la plaza, a la iglesia y al mercado
(Ocupaciones más dignas nunca tuvo)
por lo que pasó después,
por lo que si recuerda
el hombre se levanta
firmo a ruego – dice
y se da por notificado
AL VIAJERO TAMBIÉN LE CAMBIA EL CIELO
Forma en el techo rugosas figuras
que otros trazan en las nubes
de espaldas en la cama
descansará dos días
al viajero también le cambia el cielo
la geometría que arrulla
los parpadeos que proyectan sombras en los techos.
No precisa reloj
ni brújulas
ni mapas
no precisa conocer distancias
del cinturón de Orión a La Cruz del Sur
–en toda travesía–
al calzarse las botas
se dibuja el sendero
POSTAL DE CITY BELL
Ignoran la furia del viento
los árboles se abrazan
y el sol se desangra brillante
por los agujeros
El tren no pasa
el paso del tren es una sucesión de imágenes.
El niño en la bicicleta no se mueve
pero su imagen tras su imagen
–así mil veces–
alcanza el umbral donde el perro aguarda.
El perro o la imagen del perro
el umbral o la imagen del umbral.
Cuando indagaste contesté:
“No es la felicidad, es su retrato
la suerte está en lo quieto”
Ella olvidó el nombre del país que atraviesa
la luz entra por la ventana equivocada
y la brújula no marca el norte hace un buen trecho
¿Y qué si la luna corona la plaza un medio día?
¿si llamas, burros y avestruces se sacian en el mismo abrevadero?
Perdida la orientación
todo puerto es buen destino
FRENTE A LA PLAZA VICTORIA
–Afuera–
Es verano
cede el verde de la araucaria,
que sola espera los vientos que fecundan
No tiene lugar en que mirarse
las palmas llevan su edad en cada anillo
bitácora que le es negada
mientras su piel se aja en desorden
Hay algo de irrealidad en ese caos
algo que recuerda mitos y ceremonias viejas
La plaza está en calma
asusta el destino de la araucaria pero
la imito:
hundo como ella mis pies en el asfalto.
–Adentro–
El espejo no resiste la unidad
se niega a existir si no es fragmento
ante mi imagen
desarticulada
descompuesta
deforme
ella regresa
Su grito postergado es la inflexión
–el lenguaje colándose
por los entrevelos de mi largo insomnio–
Ella vuelve
sus ojos son ríos indefinidos
que no adivinan el gesto de su origen
en ella
en mi
pero son fragmentos
los míos
los suyos
No hay mirada que nos abarque
sólo en un espejo mutilado
se reflejan intactas nuestras marcas.
5:45 A.M EN EL BALCÓN
A la izquierda
la mañana se anuncia con el incendio
no, no es la mañana
es la retina consumiéndose
gota de aceite estallando en el teflón caliente
terminó en golpe seco
la caída amable que nos acogía
Tratar de incorporarse es sacrilegio
primero las extremidades
un leve cosquilleo, una legión de insectos que se enfila,
los brazos crecen como raíces de mangle
y la columna
–inaccesible mural de cicatrices–
se arquea
y en su crispar se rinde
ante la hoguera que la mañana enciende
FOTOGRAFIAS
I
Tras la espera
la ola rompe
–está segura–
nadie escucha el quiebre
sola se extingue la espuma
II
La ola regresa
ha dejado en la roca sus esquirlas
reposa, se confunde
vuelve a ser mar
olvida el golpe
III
¿Y la roca?
¿entiende acaso la fractura?
compacta
ella lamenta
no poder derramarse
MANUAL DE COMPORTAMIENTO
Ellos pedían más mesura
no esta naturaleza de Palto
que respira en el norte
que seis meses da frutos
y los otros los cobra como aguacero en verano
Celoso cuida de las ramas altas
aunque sin distinción de sombra y alimente
El perro lleva el fruto entre las fauces
feliz se aleja del Palto solitario
que allá en el norte se levanta
ajeno a cosechas y estaciones.
AQUÍ Y ALLÁ
Bien sé que el sol
es un astro omnipresente
pero estoy segura:
El día que espió en el puerto
la ruta que esa mano trazaba en mi espalda
los mantos de sal que visten el desierto
durmieron esperando que su brillo
los transformara en plata
POSTAL DE BUENOS AIRES
Esta ciudad está viva
y es como la gorda mujer que canta mientras todo tiembla
Como esa mujer a la que no le importa que el mundo
vaya a pique
porque se levantó hermosa
o se maquilló demasiado
o usó zapatos altos, unos zapatos rojos, altísimos
que le alargaban las piernas
Y es también como esa mujer que soñó algo obsceno
muy sucio
y sonríe toda la jornada,
frente a la pantalla
en su oficina.
Si, esta ciudad está viva
y es una mujer
O tal vez es un film italiano largo, muy largo
que en el minuto noventa y cinco se harta de si mismo
y entonces canta, vibra
y decide ser un homenaje
algo menos real y más histriónico
Yo
(que sé de ciudades que también son mujeres)
lo noté de inmediato
en sus adoquines flojos
en sus balcones desvencijados
en su lluvia,
más pasional que cualquier llanto,
que viene fuerte y se detiene
como una mujer que cede y luego se arrepiente
para al final ceder de nuevo.
CON LA LLUVIA NO PENETRAN OTRAS AGUAS
Yo amaría a esa mujer que deambula
por un desierto de noches heladas
mientras le llegan los rumores de algún puerto
pero no rompen ellos su silencio
ni suavizan los surcos
que el dolor trazó en su cara
La amaría porque no se doblega
porque con la lluvia no penetran otras aguas
porque su cuerpo se abre ahí
donde a la primavera no le alcanza
II
Habrá que detener el impulso
justo ahí
donde el borde de la montaña
es un fingido abismo
No creerá nadie en el sosiego
de un niño que juega a la pelota
en la plaza de un pueblo
donde todos se conocen
Ni en los colores que apaciguan
el peso en la espalda
de la mujer que huye
con el niño en brazos
Habrá que detenerse
en el filo de la roca
y escuchar el secreto
que la brisa cifra:
Comprobar que el vértigo
es un disfraz cobarde
y que salvo el camino
todo lo real es inasible
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